Suelo engañar a mi sensatéz... Suelo decirle que iré por un trago y que volveré al cabo de media hora, suelo pedirle perdón algunas veces por haberla engañado; por haber traicionado su belleza, su inteligencia, su increíble capacidad de hacerme crear...
Suelo acompañarme por mi inspiración, por ella, en las noches frías de febrero mientras me susurra su bella canción. Acostumbro a mi mente a regalar melodías ordinarias, extraordinarias, de amor y desamor, de paz y de guerra; melodías de sueños y frustraciónes, y, por extraño que parezca, de sangre y de muerte...
Vendo las letras del libro que aún no he terminado, y subasto mi agenda... esa libreta donde he escrito y descrito la esencia del amor, donde he colocado las fotografías que tomé en todos los lugares que te ví, en cada una de las estaciones que he podido observar... Suelo salir de paseo mientras mi inspiración crea, destruye y, a veces, resusita historias reales, ficticias y asquerosas... Cuando camino recogo los pedazos de los corazones de: los mortales, de los fantasmas del pasado, de los extraños del presente y de los ancianos que pronto aparecerán frente al espejo...
Vivo cada momento, cada historia y canción, cada simple melodía que gira en mi mente mientras tú recuerdo, que aún es corporeo, atravieza mi memoria. Vivo por mí, por tí y por el universo mismo que me ha llevado a tener inspiración...
Suelo dejar mi sensatez, mi inspiración, la musa de la música, del amor y el desamor. Todo para hablar de tí... Aún sigo sin entender el porqué... Sigo sin creer que al nombrarte y pensarte sea todo tuyo... Fuera de mi, de mi memoria, de mis gustos, creencias, sueños, de mi vida misma...
Inspiración que ha dejado de latir por un momento para salir de mí... Para poder pensar en tí....
